Descubre algunos trucos para enseñar el Yoga a los niños.
En uno de los artículos anteriores, os hablábamos sobre los beneficios que puede representar la práctica de Yoga en los niños. Hoy nos gustaría ofreceros algunos consejos para iniciar a los niños en esta disciplina de forma natural y sin prisas.
Un elemento muy importante a la hora de enseñar algo nuevo a los niños pequeños, es mostrarle su atractivo desde el comienzo. ¿Y cómo hacemos eso? Empleando el lenguaje del juego. Utilizar palabras, expresiones y prácticas que se asemejan al universo infantil del jugar y reír puede ayudarnos a enseñar Yoga a los niños. Esto puede evitar que se sientan aburridos o abrumados por la disciplina o la austeridad que suelen caracterizar esta práctica espiritual.
A continuación, os dejamos algunos trucos muy sencillos y divertidos para iniciar a los niños al mundo del Yoga.
- Configurar una secuencia sensata y a la vez divertida: a la hora de planificar una clase para los niños, es importante el orden pero sobre todo la forma en la que se enseña dicha secuencia. Empezar con un juego de calentamiento para descargar su energía puede ser una buena opción que sustituya la postura sentada que suele dar comienzo a la práctica tradicional. No hace falta que la clase sean 60 minutos continuados: para mantener su atención, se pueden intercalar juegos, historias y canciones. Se puede utilizar la frase "Yogui dice"para que los niños repasen poco a poco las posturas aprendidas y se sientan pequeños maestros. A la hora de relatar un cuento, se puede escoger un mito atractivo de las tradiciones del yoga y asociarlo con la temática de la clase y las instrucciones del asana ("siente la fuerza de la piernas del guerrero Virabadra", "mueve los brazos como las alas de una mariposa", "encuentra el equilibrio de las águilas, que majestuosas, observan con atención el mundo").
- Interactuar con ellos: hacerles partícipes de la clase mantendrá su interés activo. Preguntarles cómo se encuentran, que les apetece hacer, cómo se sienten y que han hecho durante el día puede ayudarnos a entenderlos mejor: los niños a veces están fatigados, hambrientos o preocupados por sus pequeñas cositas personales. Si los vemos refunfuñar, reírse o soñar, debemos ser compresivos. Son niños.
- Hacer que la práctica se convierta en un juego apasionante: no tomarse tan en serio la rigidez que suele caracterizar la práctica de yoga; no con los niños. Es importante que haya una rutina y cierta disciplina, pero es más importante aún que se permita la expresión creativa. Alimentar su imaginación, pedir su opinión y escuchar con amor y atención todo lo que deseen decir; aunque sea en medio de una secuencia o sosteniendo un asana. Dejarles el tiempo y el espacio para expresarse les educará en el valor de satya: la autenticidad a cada momento es vital. Esto les enseñará la importancia de exprimir sus sentimientos, emociones o pensamientos y evitará que a la larga se conviertan en personas con tendencia a la autorepresión.
- Ser el ejemplo: emular lo que deseamos ver en los demás (y sobretodo en los niños) es fundamental para poder enseñar, inspirar y compartir. Si deseamos ver en los niños actos de amor incondicional, no sólo debemos explicarles en qué consiste este principio, sino ponerlo en práctica siempre que sea posible. Los niños entienden mejor todo a través de la experiencia y adoran imitar a quienes les enseñan. Por ello, para transmitir con éxito los valores del Yoga, es importante encarnarlos en nuestra propia persona: ser amorosos, honestos, sin codicia ni celos, austeros y contentos, limpios y pulcros, estudiosos y juguetones, despreocupados y confiados.
Finalmente, desde Believe Athletics queremos daros a entender que aunque el Yoga tiene muchos beneficios para los niños, no debe ser impuesto. Aunque la práctica eduque, estimule y cure, no todos los niños tienen la misma necesidad de practicar. Algunos encontrarán los mismos beneficios desarrollando otras habilidades como el canto, el piano, la escritura, la lectura, la escalada, nadar, esculpir, estudiar, cultivar un huerto, pintar, cocinar… Lo más bonito que podemos hacer por ellos, es alentarles a trabajar en lo que les hace ser felices; en lo que sienten que es un don para ellos y que con ello podrán ayudar, inspirar y educar.
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