Descubre cuáles son los beneficios de comer despacio.
Comer despacio es un reto. Una tarea que para muchas personas es complicada y extraña. Estamos acostumbrados a comer a mil por hora. Sentados en el sofá o de pie. Caminando o incluso corriendo. Conversando con alguien o navegando por las redes sociales. Comemos hablando por teléfono, redactando un correo o apresurados por el siguiente acontecimiento.
No somos conscientes de lo que realmente estamos haciendo. Activamos el piloto automático y antes de que nos podamos dar cuenta, ya hemos terminado nuestro plato. Apenas hemos saboreado. Apenas hemos masticado. Nos hemos olvidado. Olvidado de prestar atención a los alimentos que estábamos ingiriendo. Olvidado de sentir y degustar el sabor de ese preciado regalo. Nos hemos olvidado de honrar un maravilloso milagro: comer despacio, con cuidado y disfrutando.
Esto provoca numerosos efectos negativos, no sólo en el cuerpo, sino en el mundo entero:
- genera inflamación, hinchazón, indigestión y una infinidad de enfermedades más que empeoran la calidad de vida de las personas.
- provoca una sobrealimentación, pues al comer a toda velocidad, sin conectar con las necesidades reales del cuerpo, nos excedemos.
- crea un desbalance en la sociedad, pues quienes disponen de recursos suficientes comen más de lo que deberían y malgastan, en muchos casos, la comida. Por no saber las cantidades reales que necesitamos a cada instante, cocinamos más de la cuenta y tiramos lo que queda.
- conlleva, a la larga, insatisfacción, depresión, apatía y desidia. Al dar por hecho los alimentos, nos quedamos insatisfechos. En vez de ver en ellos un milagro, los damos por sentado. Y nuestro ego, avaro de más, buscará la felicidad allá donde uno aún no está: en el plato del restaurante más caro, en los banquetes de la fiesta a la que no estamos invitados…
Pero todo esto tiene una solución y es muy fácil: comer despacio. Comer con cuidado, con atención, con amor y gratitud.
Ralentizar el ritmo de vida para disfrutar las maravillas de las cosas sencillas: una tostada de pan recién horneado de buena mañana, una ensalada fresca y colorida al mediodía, una cena frugal bajo el amparo de la luna…
Aprender a comer es un deber. Masticar con más atención es sinónimo de buena digestión. Tragar sin prisas, disfrutando de recibir comida, un acto de alegría.
El acto de comer despacio ofrece numerosos beneficios para el cuerpo y la mente:
- evita el hinchazón pues al mejorar la digestión, el cuerpo no se inflama ni se desgasta. Es importante recalcar el siguiente hecho: los dientes se encuentran en la boca, no en el estómago. Masticar los alimentos con atención y tiempo genera una digestión liviana y sana. La barriga se mantiene plana. El estómago no trabaja más de lo que debería, permitiendo que todos los nutrientes sean absorbidos correctamente. Si el estómago recibe más trabajo del “acordado”, creamos estrés en él, provocando malestar, indigestión y una mala absorción de nutrientes.
- aporta balance, equilibrio, estabilidad y longevidad. Comer lo justo y necesario es sinónimo de salud física y contento mental. No sólo le damos al cuerpo lo que realmente necesita en ese momento; también estamos desarrollando la capacidad de sentirnos satisfechos y contentos por lo que estamos haciendo: sustituir el “querer más” por el “querer lo que se necesita de verdad”.
- desarrolla la paciencia y la humildad; aporta sensación de paz y de bienestar; genera ligereza y mantiene la energía elevada. Al participar en el acto de la digestión al masticar mejor, ahorramos grandes cantidades de energía que el cuerpo utiliza para el proceso metabólico de los alimentos y no sentimos pereza o pesadumbre después de la comida.
- crea una sociedad nutricionalmente más balanceada pues disminuye la cantidad de comida malgastada, reduce el sobre consumo de alimentos y despierta en el individuo compasión y amor. Cuando uno es consciente del milagro que significa comer despacio, cuando uno siente los efectos de sentirse nutrido y querido, desea que ningún ser humano sufra de hambruna. Esto le llevará a participar en actos caritativos, en organizaciones sin ánimo de lucro enfocadas en reducir el hambre en el mundo…
En definitiva, comer despacio es un acto que puede generar un gran impacto. Un impacto positivo. Transformativo. Un impacto enriquecedor. Es un acto muy necesario, que todos debemos, poco a poco, trabajar a diario. Por ello, hemos ideado esta pequeña meditación que te ayudará a aprender a comer más despacio. Si tienes la posibilidad, escúchala a diario. Son los pequeños gestos los que provocan grandes acontecimientos.
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