Descubre algunos consejos de Meditación para principiantes: haz de la meditación un estilo de vida.
La meditación era, hace unas décadas, cosa de hippies, bohemios, monjes y yoguis. Se consideraba el acto de meditar como una práctica esotérica, extraña y muchas veces relacionada con el mundo de las sectas. Sin embargo, en los últimos años, su popularidad se ha incrementado, sus adeptos son cada vez más diversos, las empresas apuestan por esta técnica, las escuelas empiezan a enseñarla…
Todo esto se debe a dos factores principales: resulta accesible a todo el mundo y tiene grandes beneficios para la salud física, mental y emocional.
Más allá de poner la mente en blanco, la meditación es un entrenamiento mental: nos enseña a domesticar esa mente salvaje que gobierna nuestras vidas. Nos ayuda a desarrollar habilidades como la concentración, la compasión y el optimismo; nos enseña a lidiar con el estrés, la ansiedad, la depresión o la obsesión.
Cuando empezamos a meditar nos damos cuenta de algo fundamental: somos dueños de nuestra propia realidad, y a través de la meditación podemos escoger cómo reaccionar ante la vida. Eso nos empodera y motiva. Este es otro de los factores que ha dinamitado la fama de esta práctica a nivel mundial.
La meditación tiene efectos positivos no sólo en la mente, sino también en las emociones y en el cuerpo. A través del entendimiento de ciertos patrones mentales, a través de la observación compasiva de las emociones más asiduas, uno puede entenderlos mejor, relacionarse con ellos desde la compasión y liberarse de ellos a través de la respiración. En el ser humano residen poderes latentes listos para ser despertados a través de técnicas de introspección y reflexión. ¿Te animas a dar el paso?
La meditación para principiantes es un paso a dar: ¿por dónde puedes empezar?
- Escoger la técnica y el profesor adecuados: el primer paso a dar es el de experimentar. Existen una infinidad de técnicas, unas más antiguas, otras más nuevas. ¿Cómo podemos saber si éstas son válidas? A través del ensayo, del error y del sentido común. Es importante probar diferentes disciplinas meditativas, distintos guías y varias escuelas para desarrollar un criterio propio y escoger el método más beneficioso. Cada individuo es un organismo único y exclusivo: lo que le está sirviendo a tu amigo puede que no tenga ningún tipo de efecto en ti. Eso no significa que la técnica no sea válida: simplemente quiere decir que esa no es para ti. Uno debe probar hasta encontrar la disciplina que se adapta a sus necesidades personales y le ayuda a conectar con el instante. El profesor o guía también son elementos a tomar en cuenta. Al principio, es importante sentirnos acompañados: alomejor un curso de iniciación a la meditación sería lo más adecuado para empezar a meditar con regularidad (si no conoces ninguna, te recomendamos a @breathwithanna: instructora de meditación y coach emocional). Puede que acudir a clase a diario sea suficiente. Pero algo importante es que si no sabemos lo que estamos haciendo, difícilmente seremos conscientes de los resultados que estamos cosechando. Experimentar, observar y reflexionar son tres acciones importantes a la hora de meditar. Éstas nos ayudarán a encontrar la técnica que nos hará evolucionar.
- Dedicarle tiempo y respeto: para que la meditación se convierta en un hábito diario, debemos considerarla como algo sagrado. Dedicar un tiempo determinado del día (10 minutos para empezar son suficientes), a ser posible en la misma franja horaria y en un espacio agradable son pasos fundamentales para elevar este acto y hacerlo cotidiano. El hecho de preparar un rincón silencioso, especial y confortable para la práctica de la meditación no sólo nos ayudará a conectar más efectivamente con el momento presente. Al hacerlo, le estamos diciendo a nuestra mente que la meditación es más que una rutina diaria; lo estamos convirtiendo en un ritual sagrado para conectar con nuestro interior y entendernos un poquito mejor. Unas velas aromáticas, incienso, una luz tenue, cojines y mantas son elementos que convierten la práctica en una delicia muy apetecible. Meditar es cuidarse a uno mismo, es tratarse con amor y cariño: hazlo pues desde el principio.
- Realizar algunos ejercicios previos para sentirse cómodo al estar sentado: 10 minutos previos para movilizar las caderas, articular la espalda, desbloquear los hombros y el cuello pueden cambiar por completo la experiencia meditativa. El estilo de vida que llevamos ha acartonado nuestro cuerpo: respirarlo, moverlo e hidratarlo el momento previo a la meditación nos ayudará a sostener con mayor comodidad la postura sentada. Puedes utilizar movimientos propios del Slow Yoga, de tus clases de estiramientos o de prácticas para movilizar las articulaciones. Hay personas que conocen a la perfección los nudos de su cuerpo y con unas cuantas respiraciones acompañadas del movimiento oportuno son suficientes para ellos. Pero si no dispones de esa intuición te recomendamos ejercicios como el Gato-Vaca, la postura de Badakonasa o un suave Paschimottanasana (con uno o varios cojines encima de las rodillas)…
- Abandonar las expectativas y celebrar la vida: finalmente, al empezar a meditar, uno debe estar abierto a cualquier evento. La meditación no es sólo una técnica para la auto exploración; también es una herramienta de purificación. Al principio, uno puede sentir que no está ocurriendo nada. A medida que sigue con la práctica, puede empezar a notar molestias, emociones diversas e incluso sensaciones muy adversas. Hay personas, que tras mucha represión emocional, caen enfermas. Es completamente natural: la meditación saca a la luz de la consciencia todo el malestar que hemos bloqueado e interiorizado. Por eso es importante abandonar la expectativa de que al comenzar a meditar, conectaremos con la paz y la tranquilidad. Eso puede pasar; pero también puede no pasar. Se necesita de valentía, paciencia y mucha compasión para dar los primeros pasos en la meditación. Pero aquél que sacrifica esos primeros momentos de turbulencia y confusión será recompensando con el manantial de amor y de sosiego que residen en su corazón. Meditar es, al fin y al cabo, una manera de celebrar la vida. De celebrarla en su dimensión más prístina. De abrazarla sin miedo a sufrir y con el valor de sentir.
La meditación para principiantes, como cualquier otra disciplina, requiere de constancia, paciencia y una voluntad férrea. No empieces meditando 1 hora al día, si antes jamás lo habías hecho. No incorpores la postura del loto desde el comienzo si tu cuerpo no se siente cómodo. La meditación es ante todo un autocuidado: empieza con 10 minutos diarios, en una postura cómoda sentada, apoyado sobre una pared o respaldo, rodeado de cojines, de aromas agradables y con el corazón abierto a cualquier suceso. No ansíes resultados sorprendentes desde el comienzo: disfruta del proceso, todo llegará a su debido tiempo.
Fotos y Modelo: @lucia.revert
Disfruta de esta meditación basada en las enseñanzas del mindfulness para aprender a meditar. No existen las meditaciones buenas o malas, todas son maestras sagradas.
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