Descubre el auténtico significado del amor incondicional.
El amor incondicional es un término que se debe respetar. No todo es amor. Y sobretodo, éste está ausente cuando nace la posesión. Muchas personas creen que amar es querer: pero eso no es verdad. Cuando uno quiere, la intención surge del deseo de poseer. Cuando uno ama, la intención surge desde un lugar de calma.
El acto de querer significa, de por sí, que existe una separación entre el sujeto que quiere y el objeto querido. Esta separación suele ser causa de sufrimiento, pues uno se identifica con su ego. Cuando uno quiere desde el ego, hay una distancia: esto provoca miedo. ¿Miedo a qué? A perder el objeto querido. Al saber que uno no puede poseer permanente las cosas o a las personas, se da cuenta de que algo falla en su amor, porque éste genera desesperación.
Por ello es fundamental aprender a amar de forma incondicional.
¿Y qué significa eso?
Amar de forma incondicional significa aceptar, abrazar y soltar. Aceptar que nada es permanente y que por lo tanto todo nace y muere. Abrazar el momento presente, sin sentir la necesidad de modificarlo o controlarlo. Soltar el apego a la posesión: abandonar el deseo de adquisición.
¿Y cómo puedo aplicarlo?
Amor incondicional hacia uno mismo: amarse a uno mismo sin condición es vital para amar a los demás y a la vida en general. Esto no significa ser vanidoso, orgulloso o egocéntrico. Todo lo contrario. Cuando uno se ama de verdad, permite que todos los factores que lo componen sean. ¿Qué quiere decir eso? Que se ofrece el tiempo y el espacio para sentir cualquier sentimiento. En vez de huir del miedo, pensado que le convierte en un ser débil y vulnerable, uno lo contempla. Lo observa. Busca entender su razón de ser, pues sabe que éste le está mostrando algo. Por lo tanto, al amarse de forma incondicional, uno comienza a sanar. ¿Porqué? Porque se da la oportunidad de comprenderse de verdad. Ya no hay condiciones, todo es digno de su atención. Si desea llorar, lo hace. Si siente la necesidad de reír, lo hace. Y lo más importante: se siente feliz, agradecido y pleno por estar sintiendo todas esas emociones. Suelta su obsesión por estar en contacto permanente con el placer y huyendo del dolor; suelta su resistencia al mundo de los opuestos. Todo es digno de observar, de abrazar y de honrar. Todo forma parte de su propia divinidad.
La meditación, el yoga, el tai-chi, la escritura espontánea, el baile improvisado, el canto descontrolado, los baños de bosque son algunas prácticas que alimentan el amor incondicional. Ellas enseñan a desarrollar la compasión sincera, una facultad inherente a la humanidad entera. Nadie nace malo por naturaleza. Son las experiencias quiénes lo alteran. Pero todos disponen de la oportunidad de volver a su hogar. De conectar de nuevo con el amor incondicional.
Amor incondicional hacia los demás: una vez uno adquiere el hábito natural de permitirse ser, de forma natural, acepta a los demás. Y eso es amor incondicional. Aceptar al otro significa abrazar su todo: sus virtudes y defectos, sus cualidades y debilidades, sus idas y venidas, sus victorias y derrotas… Uno no ve al otro como fuente de interés; uno ve en el otro un espejo de su ser. Ya no hay separación: nace la unión. Ya no se relaciona desde la posesión; entabla su relación desde la compasión. ¿Y cómo llegar a este idilio? Dejando que el otro sea como es. Sin imponerle creencias, sólo haciendo sugerencias. Sin obligarle a nada, dándole el permiso de expresar lo que hace falta. Sin alabarlo o menospreciarlo; escuchándolo y apoyándolo. Amar de forma incondicional no significa aceptar la violencia del otro o someterse al otro. Uno debe ser consciente de que amar de forma incondicional a veces trae consigo duras decisiones que tomar. Si por ejemplo sientes que tu situación vital está frenando la evolución de tu pareja, en vez de desvivirte por mantenerlo apegado a ti, lo dejarás ir. Si sientes que tu hijo desea estudiar algo que tú jamás te habías planteado, le apoyarás y ayudarás. Si sientes que en tu trabajo estás robando un puesto en el que ya no te sientes pleno pero por comodidad no quieres dejar, lo harás. Amar de forma incondicional es soltar. Abandonar los deseos del ego por el bien ajeno.
Amor incondicional hacia la vida, en general: finalmente, una vez aprendido el acto de amarse a uno mismo y a los demás, el individuo está listo para dejarse llevar. En vez de querer controlar los sucesos que acontecen, uno se abre a todo lo que sucede. Ya no tiene ganas de planificar o anticipar las cosas; disfruta con todo las sorpresas que cada día le aporta. Ya no siente la necesidad de pensar en el futuro con ansiedad; ve en el futuro la posibilidad de mejorar. De avanzar. De continuar. Pero no lo hace con la mente puesta en la meta; lo hace con la mente enfocada en el presente. Se convierte en el paso, en vez de dar un paso. Se funde con el camino, en vez de transitar un camino. Es aceptando las cosas como llegan, como uno se libera del sufrimiento que acarrean. Cuando nos dejamos llevar por la corriente de la vida, aprendemos a vivir con alegría. Contentos y serenos. Sin metas fijas. Con mente abierta. Y un corazón lleno de belleza. Amar de forma incondicional la vida en general nos permite despertar. Brillar. E iluminar.
Así pues, el amor incondicional va más allá del deseo de sentirse pleno: el amor incondicional es aceptar que sólo podemos amar si somos libertad. Damos libertad. Y reaccionamos desde la libertad. Sin el riesgo de morir, no podríamos vivir.
Disfruta de esta meditación para conectar con el amor incondicional. En todo ser humano reside la chispa divina del amor: sólo hace falta volver a prestarle atención. Deseamos de todo corazón que conectes con tu interior y poco a poco recuperes ese don que se te otorgó.
Dejar un comentario